Entre montañas

Lejos de ser un texto teórico,hoy me siento a escribir sobre las sensaciones que viví en el último tiempo y que se relacionan con el ser migrante.
Entre montañas es la metáfora que elijo hoy para plasmar las emociones que marcaron mi ser migrante de los últimos tiempos . Miro hacia arriba y veo inmensas piedras que parecen imposibles de escalar y posando la mirada hacia abajo,lo que  siento es mucho vértigo. De frente, vislumbro la esperanza y me siento cerca de  lo que quiero, pero a veces al dar vuelta la esquina, la esperanza se desvanece y me creo más perdida que nunca.

En los lugares en los que viví en el último tiempo no encuentro la serena llanura de mi Argentina, donde el horizonte se extiende largo ante mis ojos,marcando la dirección. Aquí, en cambio, hay montañas, sierras, colinas, donde cada vista es efímera,  desde un punto podes visualizar una cosa, pero si te moves ya no la ves. Lo que parece el horizonte a lo lejos, a menudo resulta ser otra cima por alcanzar. Y así se transita, cuesta arriba, cuesta abajo, saltando, trepando,descendiendo, rengueando y así,literalmente, fue como lo viví.

Con altibajos, con calor y frío al mismo tiempo, con cambios que transforman, fui habitando las últimas migraciones. 

Si tengo que definirme, en parte diría que “soy alguien de playa”, es decir que me identifico con ese lugar, encuentro confort en el infinito del mar, si bien es amplio y misterioso, se que allí sigue, que después de esa línea que se marca en el horizonte, hay más agua y luego, otro lugar desde donde se visualiza la misma línea. Esa constancia me reconforta, incluso si no es allí a donde me dirijo.
La montaña, en cambio, me gusta mucho, me cautiva con su belleza, es muy pintoresca, pero me acobarda el misterio detrás de cada curva y eso es lo que sentí al migrar… La primera vez fue emocionante, quería ir hacia el acantilado, fue un salto emocionante hacia lo desconocido porque iba en busca de eso, la segunda tuvo un destino claro que perseguir, un objetivo concreto, y me dirigi ahi y lograr aquello que me había propuesto, y las siguientes, tuvieron un poco de todo, mezcla de calma isleña y sobresaltos montañosos, un mar que parece infinito, y también colinas por doquier, emoción e incertidumbre entrelazadas, todo junto y revuelto.
Así fui caminando y recorriendo estos diversos lugares, con precaución y cautela, otras veces improvisando y chocando con obstáculos y desafíos, otras avanzando con determinación, otras de forma pausada y muy racional, a veces a puro llanto y descarga, otras de forma totalmente disparatada. Viví cada sensación al máximo, intensamente, subiendo cada montaña, hasta volcanes en erupción o surfeando las olas más grandes y fuertes. 

Estos fueron algunos de los senderos que he transitado, y aun estoy descifrando cómo navegar el recorrido presente. Les anticipo que no hay una manera, no existe una fórmula definitiva. Aunque sepamos con qué paisaje nos encontraremos, las sorpresas están a la vuelta de cada esquina, cerca del mar o incluso a miles de kilómetros de éste, nunca tenemos el control, el azar está allí para recordarnoslo.
Me quedo con lo recorrido, lo atesoro y lo llevo conmigo, así como también anhelo continuar conociendo nuevos horizontes. Aunque el camino sea incierto y el horizonte difícil de visualizar,todos los senderos llevan a algún lugar. Hay un horizonte para todos.No te detengas si no es ahí donde tenías planeado llegar, quizás descubras un nuevo paisaje, o se trate de un paraje, de un lugar más para explorar en el camino.
Seguí caminando, escuchando el propósito que te llevó hasta donde estás, detente si es necesario,mira alrededor, vuelve a ubicarte, repasa el camino, cambia la meta si así lo consideras, pero luego retoma, sigue, que por agua, tierra o aire vas a encontrar un destino al que llegar, un lugar, ya sea físico o no, en el que estés a gusto, en el que puedas desarrollarte, en el que puedas ser tu mismo, armando tu propio movimiento.

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